Ciudad de México.- "Hudud": Un espejo entre la opresión iraní y los transfeminicidios mexicanos en el teatro
Bajo la dirección de Jonathan Granados, la segunda temporada de Hudud irrumpe en la cartelera de la CDMX no solo como una obra teatral, sino como un grito colectivo contra la violencia sistémica hacia la comunidad LGBTQ+. Con funciones hasta el 24 de abril en El 77 Centro Cultural Autogestivo, la puesta entrelaza historias de Irán y México para cuestionar las normas que niegan el derecho a existir.
Testimonios que convergen
El 27 de marzo, la periodista Ema Landeros Martínez —coautora de Transfeminicio, investigación sobre crímenes de odio en México— participó en un diálogo post-función. Ahí, se discutió cómo Hudud refleja dos realidades brutales:
En Irán, hombres homosexuales son forzados a cambiar de sexo para amar legalmente a otro hombre, bajo amenaza de muerte.
En México, se cometen 10 transfeminicidios mensuales en promedio, ubicando al país como el segundo con más casos a nivel mundial.
Tres caminos, una misma opresión
Protagonizada por la actriz trans Azul Piccone y los intérpretes José Riveroll y Luis Frec, la obra narra tres historias basadas en testimonios reales. "El Estado iraní dice: 'Si quieres amar a un hombre, conviértete en mujer'. Pero aquí, ser trans es una sentencia de muerte. ¿Dónde está la libertad?", cuestiona Granados.
Un puente entre geografías del dolor
En entrevista, el director explicó su motivación:
«En Irán matan homosexuales si no se transicionan; en México, asesinan a lxs trans por existir. Hudud muestra ese punto ciego donde la intolerancia se disfraza de ley o de crimen pasional. No son problemas lejanos: son la misma herida con distintos vendajes».
Últimas funciones: Un llamado a la acción
Producida por ADN Project, la obra busca "rasgar la indiferencia" del espectador. Quedan cuatro semanas para presenciarla en:
Lugar: El 77 Centro Cultural (Abraham González 77, Juárez, CDMX).
Temporada: Hasta el 24 de abril de 2025.
Horarios: Jueves, 20:00 hrs.
Cultura como resistencia
Más que una obra, Hudud es un acto político. Como señala Granados: "El arte no debe ser cómodo. Si no incomoda, no está haciendo su trabajo. Aquí no hay villanos abstractos: hablamos de leyes, de prejuicios, de silencios que matan"