Identifica señales de alerta de conductas alimentarias
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Estas alteraciones podrían afectar a cualquier edad y género, resalta José Eduardo Otáñez Ludick, con motivo del día internacional de la lucha contra esos padecimientos, que se conmemora el 30 de noviembre
Ciudad de México.- Desde 2017, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en hombres han mostrado un ligero aumento en su incidencia, gracias a la fractura de estigmas sociales y culturales que históricamente dificultaban su diagnóstico, explica José Eduardo Otáñez Ludick, académico de la UNAM. Este fenómeno, impulsado por movimientos sociales y nuevas generaciones, ha facilitado la valoración médica y la disminución del estigma en torno a estos.
Cifras oficiales y realidades estatales
De acuerdo con el INEGI, las tasas de TCA en hombres por cada 100 mil habitantes aumentaron de 1.40 en 2017 a 1.70 en 2019. Destacan Chihuahua y Guanajuato, con tasas superiores a la media nacional, mientras que entidades como Querétaro y Durango registran niveles significativamente
El académico señala que el aumento en los informes también responde al reconocimiento de la importancia de la salud mental, especialmente después de la pandemia, período que enfatizó la necesidad de abordar estos temas con mayor apertura.
Un tema complejo y persistente.
Aunque los TCA, como la anorexia y la bulimia, son más frecuentes en adolescentes debido a los cambios sociales y psicológicos propios de esta etapa, pueden presentarse a cualquier edad. Una de cada cuatro personas jóvenes podría verse afectada por estos padecimientos, que siguen siendo difíciles de abordar debido al estigma en torno a la salud mental.
Otáñez Ludick también advierte sobre las conductas alimentarias de riesgo (CAR), como el ayuno prolongado, la restricción extrema de ciertos alimentos o el consumo excesivo de ultraprocesados, que pueden ser señales de alerta aunque no siempre evolucionen hacia un TCA.
Romper estigmas, la clave para la prevención
El especialista enfatiza la importancia de enfrentar los estándares culturales que asocian la delgadez con la salud y de hablar abiertamente sobre los TCA. “Los extremos nunca son saludables. La mejor forma de ayudar es comprender estos padecimientos, eliminando prejuicios y promoviendo una cultura de salud integral”, concluye.