Ciudad de México.- El reciente anuncio del presidente López Obrador sobre la contrarreforma de la Guardia Nacional refleja su persistente enfoque militarista, que busca una completa militarización de la agrupación. Esta medida incluye otorgar fuero militar a sus miembros, excluyendo al personal civil, y fusionarla orgánica, funcional y administrativamente con la Secretaría de la Defensa Nacional.
A pesar de presentarse como una corporación para la seguridad pública, la llamada Guardia Nacional está compuesta por soldados sin formación policial. Se les encarga ejecutar una inexistente "estrategia nacional de seguridad pública", sin que exista un documento oficial que la respalde. Además, las acciones militares de los últimos años han arrojado resultados deficientes en materia de seguridad.
La ampliación de facultades de investigación otorgadas al Ejército resulta preocupante, especialmente en medio de informes sobre actividades de espionaje político. Esta militarización es aún más grave dada la creciente violencia que afecta al país, incluyendo asesinatos, masacres, secuestros y desplazamientos forzados, cifras que se minimizan por miedo a denunciar y manipulación gubernamental.
Es relevante destacar que la militarización no complementa, sino que desplaza a las instituciones civiles, como la desaparición de la Policía Federal y la reducción de fondos de seguridad para municipios y estados. Además, se busca eliminar la restricción constitucional que limita las funciones de las Fuerzas Armadas a lo militar, alterando el equilibrio entre lo civil y lo militar y generando ineficiencias, costos adicionales y opacidad.
Esta iniciativa refleja la visión del presidente López Obrador de convertir la Guardia Nacional en una extensión militar, eliminando la doctrina militar existente y consolidando una alianza partidista con sectores militares. Es fundamental que el Congreso de la Unión rechace esta propuesta, que no beneficiaría ni a la ciudadanía ni a las propias Fuerzas Armadas.